Discurso

A diferencia de nuestros hermanos menores, esos hijos predilectos de San Francisco de Asís, cuya herencia es genética y, por ende, no deben ser adiestrados en los conocimientos necesarios para sobrevivir en su medio porque su instinto les proporciona todo lo necesario, desde como encontrar el alimento a como parir y cuidar a la prole hasta que están listos para enfrentar los dilemas del diario vivir,, nosotros, los humanos, los tocados por la chispa divina necesitamos ser adiestrados porque nuestra herencia es social.
Así que, desde que el mundo es mundo los mayores primero proveyeron de vestimenta, comida y un lugar donde guarecerse de las inclemencias del tiempo y protegerse del ataque de la hostilidad de otros humanos o animales que veían en nosotros una presa fácil de cazar y luego enseñar las artes que el grupo humano tenía por necesarias. Como lograr el alimento. Como confeccionar utensilios, armas, ropa, alguna rústica sandalia para proteger nuestros pies no provistos por natura de cascos protectores como a tantos otros animales.
Y día con día el grupo iba sumando conocimientos. Practicó una agricultura rudimentaria. Develó algunos secretos y generación tras generación muy probablemente las hembras y machos más viejos transmitieron en conocimiento hasta el momento acumulado a los jóvenes del clan. Fueron adiestrados en el arte de la guerra, la siembra y la cosecha, los cuidados y crianza de los infantes, la observación de las estrellas, los avisos que la naturaleza enviaba cuando habría mal tiempo, a confeccionar canoas y botes, a pescar, a hacer fuego, a domesticar a otros animales, como curtir sus pieles.
La alfarería, el baile, la música, el ritmo, la pintura.
Año tras año la cultura de los grupos humanos se enriquecía y con ello, complejizaba.
Con el advenimiento del lenguaje la trasmisión del conocimiento se hizo más fluido, podríamos decir; más fácil. Y masivo.
Porque los viejos sabios de entonces ahora podían dirigirse a varios discípulos al mismo tiempo.
Pero seguían dependiendo de la Memoria de esos viejos.
El otro gran salto adelante en el maravilloso proceso de trasmitir su herencia se dio cuando el hombre inventó el lenguaje escrito.
Fue el momento en que los hombres pudieron traspasar a tablillas o papiros todo lo que los viejos de su pueblo conservaban en la memoria.
No es descabellado suponer que guardaron esos textos…muy voluminosos por cierto en algo parecido a lo que hoy llamamos «biblioteca».
Y maestros y discípulos…hasta hoy…repiten el rito magnífico, casi mágico de trasmitir lo que el hombre ha ido acumulando en el arca del conocimiento a las generaciones siguientes. Y el motivo no ha variado. Es proporcionar el conocimiento para que nos ganemos la vida, desarrollemos un arte, y, por qué no, cuestionemos lo que las generaciones pasadas han dado por cierto.
Casi 30 siglos han pasado, según la historia , desde los tiempos en que en la Grecia antigua maestros y discípulos se reunían en la academia. Es sistema escolastico más básico.
Por Platón sabemos que muchos sabios; filósofos, músicos y poetas, dramaturgos, histriones, historiadores, geógrafos, matemáticos enseñaban a los jóvenes las artes de su época.
También habían academias militares y navales donde se aprendía el arte de la guerra, conocimiento del todo imprescindible por ser Grecia una nación permanentemente amenazada por imperios vecinos y disputas entre las mismas ciudades estado.
Y así llegamos hasta nuestros días.
Solo que el mundo hoy es tan complejo, está repleto de conocimiento que la sociedad ya no recurre a viejos sabios y bibliotecarios sino que debe adiestrar a jóvenes en la técnica, la ciencia de trasmitir el conocimiento. Y como es tan vasto primero debió tomar la decisión de parcializarlo y adiestras a los futuros maestros en las distintas áreas, imprescindibles para el primer concepto que hubo de escuela, academicista, enciclopedista. Saber aunque fuera un poco de muchas áreas del conocimiento hasta ese momento acumulado. Se valuaba especialmente lo que se se dio en llamar; cultura general.
Los planes de educación humanista son lo que queda de esa óptica de la educación.
Pero en el mundo la revolución industrial ganaba terreno y la sociedad debió rendirse al hecho que no necesitaba humanistas que se accidentaran en las fábricas sino que técnicos, jóvenes en otras áreas del conocimiento. Nacieron así los los colegios industriales, hoy llamados técnico profesionales, los colegios de secretariado y los de contadores.
Pero, llamase cómo fuese la idea era misma desde el principio de la historia humana.
Preparar a las nuevas generaciones para que enfrentasen con éxito el desafío de sobrevivir al medio.
La realidad va imponiendo desafíos y la sociedad, desde atrás, respondiendo a ellos va enseñando a los más jóvenes los secretos que permiten salvarlos con éxito.
Alguna vez el abogado francés Dantón, uno de los más celebre entre los ideologos de la Revolución Francesa dijo: «Después del pan, la primera necesidad de un pueblo es la educación»
Y que razón tenía.
Desde la Academia griega hasta hoy han pasado tres mil años y el desafío de la vida lo salvamos con más o menos éxito según que tanto hemos aprendido, de lo que logramos memorizar y reflexionar y poner en práctica.
Hoy nadie pone en duda que mientras más educado más integro, más templado, más exitoso.

Alejandro Iglesias