El conocimiento experto: Auge, caída y retorno

El nombramiento de expertos para el proceso constitucional revivió una vieja discusión. Esto habría parecido imposible hace escasos meses, pero el contundente triunfo del rechazo hizo viable esta opción. Resulta paradójica la reivindicación del concepto de expertos, término visto con desdén por un amplio sector del espectro político nacional, pese a que su participación en procesos políticos no es algo nuevo, menos en Chile.
La literatura ha caracterizado a los expertos a partir de sus credenciales técnicas, denominándolos como “tecnócratas”. Ligados principalmente a la economía, estos agentes tuvieron sus primeros aprontes en Chile en el contexto de los gobiernos de Alessandri, Frei Montalva y Allende. Sin duda, el punto de mayor peso de este tipo de actores se encontró de la mano de los denominados Chicago boysy su influencia en diversas áreas a partir del uso de la llamada racionalidad instrumental. Los gobiernos de la Concertación les dieron continuidad a ciertos enfoques ligados al conocimiento experto, lo que evidencia la necesidad de generar espacios de encuentro entre la política y la técnica. En buena hora esta mirada predominó para el nuevo proceso constituyente, reduciendo la distancia y los reproches respecto del proceso anterior y su vilipendiado proyecto de texto.
Dichos espacios deben ser construidos de tal forma que la técnica y la política cumplan sus respetivos roles con la mayor armonía posible. En ese contexto fue crucial que los expertos contaran con ciertos lazos con los partidos políticos,además de experiencia y formación pertinente para sus funciones. El proceso constitucional anterior nos debe permitir sacar lecciones acerca de esto último, pues contó con convencionales que ostentaban credenciales académicas de alto nivel y que podrían ser caracterizados como expertos o tecnócratas, pero fueron condicionados por la correlación de fuerzas al interior de dicha instancia y a veces la radicalidad de sus propias miradas. En el otro extremo, muchas veces el concepto de experto o tecnócrata está asociado a cierta neutralidad política, esto resulta casi una quimera, ya que cada uno de estos agentes tiene una legítima visión de sociedad.
Pensando en el éxito del proceso constitucional, es mucho más sano esperar que los expertos constitucionales cuenten con una gran preparación y, a su vez, entendamos que no son escépticos ni neutros. Dichos agentes podrán representar las ideas y anhelos que, al menos en términos teóricos, buscan representar los partidos políticos; y, al mismo tiempo, buscar mecanismos viables para avanzar en la materialización de dichos anhelos.

Gustavo Campos y Hugo Jofré
Académicos Administración Pública
Universidad San Sebastián