Somos nuestros propios depredadores

Nos hemos adjudicado y portamos el título y la corona de una especie que depreda y se auto extermina. Un galardón y aureola e investidura que nos hace estar malamente por sobre todas las otras especies de animales en la faz de la tierra, sin haber dado los cuidados que merecen nuestros hábitats y nuestros mal llamados súbditos de menor linaje intelectual y racional.
Somos nosotros nuestros propios depredadores, ¡Sí señores, lean bien! Es aberrante ver la forma en que nos hemos convertido en nuestros propios verdugos, nos exterminamos con las guerras que inventamos por rivalidades y disputas territoriales, conflictos étnicos y fanatismos religiosos; hemos adoptado una genocida forma de vivir, ocasionando contaminaciones de todo tipo, matanzas de hombres y animales; lamentablemente hemos convulsionado horrorosamente nuestro planeta, nos contaminamos e infectamos con enfermedades y epidemias ocasionadas por nuestra propia mano, provocamos poluciones medioambientales con nuestros desperdicios en los mares, ríos y lagos.
La deforestación y la escasez de agua nos están transformando en un planeta árido en algunas zonas donde antes existía mucha vegetación y abundantes recursos hídricos; y si a ello, sumamos la basura que generamos contaminando nuestro líquido vital con elementos tóxicos no degradables, se nos oscurece notoriamente el panorama; formando ríos repletos de desechos plásticos que no fueron reciclados, acabando lentamente con la biodiversidad de nuestra flora y fauna.
“He aquí, la antítesis del propio ser humano”. El hombre como especie, con un coeficiente intelectual más grande que el del resto de los animales; un ser, un ente, empoderado en la cúspide de su supremacía y el dominio de las otras especies; una criatura mortal con la creencia de ser el poseedor por siempre de su corona inamovible, en su reinado iluso, engreído y soberbio; perversamente no sólo no ha sabido cuidar de su entorno, ensuciándolo, destruyéndolo y mal viviendo, y lo más grave aún: “No ha usado bien la experiencia vivida”.
Debiese darse la lógica y dando como resultado obvio, que en un ser humano relativamente normal es muy difícil que este vuelva a cometerlos nuevamente, ya que cuando aprendemos de los errores y tomamos lecciones de ellos; es cuando se completa medianamente el ciclo de la experiencia. Dejando claro que la experiencia no es solamente, lo que le pasa a un hombre; es lo que ese hombre hace con lo que le sucede cuando comete errores por su falta de madurez, poca pericia, por desconocimientos o simplemente por ser mal influenciado o mal guiado. Por ende; aprendamos a reciclar nuestros desperdicios; cuidemos el agua, no la malgastemos; protejamos la flora y la fauna de nuestro planeta antes que sea demasiado tarde; es el desafío actual del rey de los animales, un humano con ADN salvaje.

HUBERZZA