No basta con el reciclaje
La actualidad nos muestra un mundo transformándose cada vez más en una zona aldea presa de avances tecnológicos alucinantes y en donde pareciera no haber límite al progreso,pero a costa de contaminar y afectar la biodiversidad de nuestro planeta.
A ello sumamos una población que crece de manera impresionante. Somos más de ocho mil millones de habitantes en el planeta y esa cifra aumenta todos los años—en 90 a 100 millones de personas. La estimación para el 2050 es de una población cercana a los 10 mil millones, es decir, un 25% más de habitantes de los que somos hoy; un 25% más de bocas que alimentar, de techos que construir, de vestuarios que generar y más.
Si ustedes revisan cada uno de los productos que se comercializan en un supermercado, se consume una parte ínfima de lo que está ahí.El mayor volumen son los envases de plástico, vidrio, aluminio o papel. Prácticamente generamos del orden de un kilo diario de residuos sólidos en nuestra vida común, y cuando extrapolamos estos números a sociedades más consumistas que la nuestra, estamos hablando de dos o tres kilos diarios per cápita que se generan como residuos del consumo cotidiano.
A lo anterior se suman los residuos líquidos que se generan a partir de las operaciones industriales y las actividades domésticas,y los residuos atmosféricos derivados de los procesos de calefacción, de cocción en nuestros hogares, del transporte y del procesamiento industrial.
Entonces, enfrentamos un tremendo dilema. Nos encontramos con un planeta del cual estamos sacando enormes cantidades de recursos, que consumimos por necesidad—término relativo, en muchos casos—,y producimos desechos que eventualmente terminan destruyendo la calidad de los ecosistemas, generando la pérdida de biodiversidad y una serie de efectos negativos, siendo el cambio climático el más evidente de ellos.
Todos hemos visto muy buenas películas de astronautas que van a Marte en una cápsula espacial y que durante todo el viaje sólo pueden vivir de lo que está disponible en la nave.Tienen que arreglárselas para que el oxígeno no se consuma, porque es finito, lo mismo pasa con el agua y el alimento, todo tiene que ser de alguna forma aprovechable y reciclable en un sistema que no tiene entradas.
Caso similar vivió Ellen MacArthur, una mujer británica que en 2005 rompió el récord mundial de circunnavegación alrededor del mundo. Un día,estando en su último viaje, en la mitad del océano,reflexionó:“Todo lo que tengo para vivir está en este bote”. Esta misma idea de la era espacial, ella la sintió en su pequeño botecito de un par de metros cúbicos de volumen, donde tenía todo lo que necesitaba para vivir en los meses que duró su travesía.
Analizado desde una perspectiva global, se debe pasar de un modelo lineal a un modelo circular, donde tomamos recursos de la naturaleza y los transformamos para producir bienes y servicios necesarios; y los residuos que se generan no van a ir a parar a un cuerpo receptor, sino que deben ingresar al sistema productivo para ser utilizados como recursos para producir nuevos productos.
Ese es el concepto central de la economía circular, pero eso también tiene que ir acompañado de un cambio en los patrones de consumo.Lamentablemente, no basta con reciclar, tenemos que pasar hacia una producción y un consumo responsable, tal y como señala el objetivo de desarrollo sustentable de la ONU número 12.
Chile y el mundo necesitan consumidores responsables que valoren el atributo socioambiental en sintonía con el concepto de circularidad.
Miguel Ángel Arriagada, coordinador de Economía Circular en Ingeniería Civil Industrial de la Universidad Andrés Bello