Ensayo Calentamiento Global

Según el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, para el año 2099 de seguir en los actuales niveles de derretimiento de los «hielos eternos», el nivel del mar habrá subido 90 metros.
Un fenómeno que empezó a principios del siglo pasado y que paulatinamente se ha ido agudizando pese a los muchos intentos de distintos organismos internacionales por sentar a la mesa a los países más industrializados del mundo y lograr un acuerdo para frenar la producción del carbono que saturan el aire desde las chimeneas de sus industrias. Y, como era de esperarse, China y Estados Unidos se han negado sistemáticamente a firmar documento salvo el de Kioto del cual EEUU se retiró durante el pasado gobierno de Donald Trump aduciendo éste que no había que darle ni un millitro de ventaja a China la que por cierto hoy disputa palmo a palmo al país del norte como el más industrializado.
Sin embargo, contra lo que la opinión pública cree ese aumento del nivel no se debe exclusivamente al derretimiento de los hielos que, por cierto lo provoca el calentamiento global sino que también a lo que los expertos llaman «Dilatación Térmica» que no es otra cosa que el aumento del nivel del mar porque al calentarse el agua ocupan más espacio, fenómeno avalado y refrendado por la física, es cosa de recordar aquella ley que nos enseñaron en el colegio que afirma; los cuerpos se dilatan con el calor y encogen con el frio y que, a nivel planetario va de la mano con lo que llamamos efecto invernadero.
Como consecuencia de esto se sabe que hay zonas insulares de nuestro planeta que literalmente desaparecerán del mapa.
Que la icónica ciudad de Venecia está condena a desaparecer.
También las Islas Maldivas, Marshall y algunas del Caribe, el Delta del Mekong en Vietnam, parte de la zona costera de La Florida por nombrar algunas.
A nivel general, todos los asentamientos humanos bordecosteros verán desaparecer metros y metros de su litoral.
En lo a que Chile respecta, según el Observatorio de la Costa de la Pontificia Universidad Católica quien, tras un acucioso estudio del borde costero desde Arica hasta Chiloé, recientemente actualizó sus datos y concluyó, para lo que nos convoca, que hay 10 ciudades, pueblos y/o balnearios chilenos seriamente amenazados por el aumento del nivel que hablamos.
Son: Reñaca, Caleta Portales, Bahía de Con Con, Hornitos, Pichicuy, Algarrobo, Bahía de Cartagena, Santo Domingo, Los Molles y Pichilemu.
Nosotros, los lugareños de Cartagena hemos sido testigos de como la Playa Chica ha retrocedido al menos un par de metros y que en época de marejadas la cubre por completo.
Agreguemos a ello las consecuencias sufridas luego del terremoto y maremoto del 27/F que hizo desaparecer el camping de Llolleo.
Lo mismo ocurre en el cabezal sur de la Playa Grande.
Hace veinte años el agua llegaba tímidamente a los roquerios frente al Hotel Continental y que el rompeolas pasó de ser una leve chispeada de agua salada a una intensa ducha que llega hasta la orilla contraria de la explanada.
Las marejadas ya llegan hasta el pavimento tras los kioscos de artesanías.
Así como van las cosas el mar entrará hasta las cocinerias y el límite poniente de la Comunidad El Ensueño.
Y están seriamente amenazados San Sebastian, Costa Azul, San Carlos, Playas Blancas hasta los roquerios a la altura del Ilimay.
Es probable que nosotros…como individuos no veamos (o no queramos ver) nuestra cuota de responsabilidad.
Lo creemos algo que está más allá de nuestra responsabilidad. Que no tenemos forma de incidir en éste fenómeno. Que no está en nuestras manos solución alguna.
Es la misma indiferencia del que bota basura en la vía pública sin una cuota de culpa, total, alguien la recogerá.
No tenemos ni como individuos ni como comunidades, hecho carne una auténtica consciencia ecológica.
No bastan una pocos contenedores instalados por aquí y por allá para recopilar vidrio, plástico y cartones.
Es imprescindible reducir al máximo la generación de basura. Fenómeno que se acentúa durante el periodo estival en el cual miles de veraneantes repiten las mismas incivilidades que tienen en sus lugares de origen dejando caer basura en cualquier lugar mientras tenemos a los Inspectores Municipales pendientes del comercio callejero.
Los basurales y las heces del ganado vacuno son los grandes productores mundiales del mortal gas metano.
¿Qué podemos hacer?
Bueno, compostar los residuos orgánicos. En el mercado existen composteras de uso domiciliario que, comprados por mayor para entregar casa por casa salen a la mitad de su valor.
Y, aunque reconociendo que son palabras mayores, urgen crear rompeolas usando de esos mismos tetrápodos que se utilizan para crear molos portuarios allí donde había mar abierto.
Para Cartagena ello es de vida o muerte.
Su única industria es el balneario y si no protege su línea costera en 50 años más los quitasoles, vendedores de sustancias, palmeras, panes de huevo y merengues vocearan su mercadería a los pies de la Municipalidad.

Alejandro Iglesias