Hanta Virus: ¿zoonosis estacional?
Hace unas semanas un interno de la Cárcel El Manzano de Concepción fue contagiado de Hantavirus, luego de que se encontraron fecas de ratón en un taller donde trabajaba, lo que nos recuerda que las enfermedades que se producen por Hanta Virus pueden presentarse antes del período estival característico, sobre todo si consideramos las modificaciones en el hábitat del roedor portador del virus por causas climáticas o producidas por el hombre.
El Hantavirus, una zoonosis con una letalidad cercana al 40% en Chile, sigue siendo una amenaza desde que se registraron los primeros casos en 1995, cuando las letalidades alcanzaban entre 60 y 80% por el Síndrome Cardio Pulmonar por Hantavirus, la forma más grave de la infección. Este virus es transmitido por el ratón de cola larga (Oligoryzomis Longicaudatus), que habita en zonas con un 70% de malezas y arbustos, cerca de fuentes de agua. Anualmente se diagnostican entre 40 y 60 casos, con un aumento en verano debido a la afluencia de personas a zonas rurales donde el roedor vector está presente.
Los grupos de mayor riesgo son los trabajadores agrícolas, forestales y aserradores, las personas que comparten el hábitat del ratón silvestre; también aquellas que trabajan en áreas rurales y permanecen en ella en condiciones precarias y quienes realizan actividades de limpieza en el campo. En el turismo, quienes van de picnic o acampan al aire libre o en zonas de camping o se alojan en albergues, cabañas o lugares que han permanecido cerrados.
El roedor portador expulsa por vía urinaria, fecal y también en saliva el virus y lo adquirimos cuando son inhalados los aerosoles que emanan de las deposiciones del ratón, también por respirar pequeñas gotas frescas o secas o aire contaminado con saliva, orina o excrementos de un ratón infectado. A esto se suma ingerir alimentos o agua contaminados, tener contacto directo con excrementos o secreciones de ratones infectados (por ejemplo, tocar ratones, vivos o muertos, con las manos descubiertas; contacto directo de heridas con ratones o su orina, saliva o heces) o tocar cualquier objeto donde haya sido depositado el virus (herramientas, utensilios, muebles, ropa) y luego acercar la mano a la nariz, ojos o boca. Ser mordido por un ratón infectado o tener contacto íntimo o estrecho con un paciente especialmente durante los primeros días de infección, antes de la presentación de los síntomas.
La sintomatología característica es similar a la gripe común. El enfermo presenta inicialmente un alza brusca de temperatura, mialgia, cefalea, malestar general, dolores abdominales y musculares y náuseas y vómitos. Posteriormente los síntomas se agudizan y se agrega dificultad para respirar, causada por acumulación de líquido en los pulmones. Si presenta estos síntomas, especialmente si ha estado expuesto directa o indirectamente a roedores en las últimas seis semanas, debe consultar al centro de urgencia o establecimiento de salud más cercano para diagnosticar la infección viral y controlar la eventual enfermedad. El establecimiento debe notificar el caso al Servicio de Salud correspondiente, donde se llevan a cabo las acciones tendientes a proteger a sus contactos más cercanos y al resto de la comunidad, así como a desinfectar la vivienda o edificio involucrado.
Para prevenir riesgos, es importante ventilar habitaciones cerradas durante 30 minutos antes de ingresar, mantener las malezas cortadas y despejar desechos a 30 metros de las viviendas, y sellar aberturas mayores a medio centímetro en edificios. Al limpiar se debe usar mascarilla y evitar levantar polvo contaminado. Para quienes realizan actividades al aire libre en áreas con roedores, se recomienda usar caminos habilitados, no recolectar leña ni frutas silvestres, acampar en lugares limpios sin evidencia de roedores, y usar carpas bien selladas con piso.
Debido a que no existe a la fecha un tratamiento específico para esta enfermedad, el diagnóstico precoz y oportuno sigue siendo la mejor manera de enfrentar los casos y por lo mismo, la prevención sigue siendo el arma más importante, porque el virus es muy lábil y se destruye con sustancias desinfectantes y la exposición a la luz solar.
Sara Contreras Sandoval
Directora de Escuela de Enfermería
Universidad Andrés Bello, Concepción