Aduanas y 170 años de historia patrimonial en Valparaíso

ELPROA
El Diario de San Antonio

En un país que avanza hacia el futuro, es esencial recordar que el progreso y la memoria caminan juntos. Ad portas de celebrar el Día de los Patrimonios, el Servicio Nacional de Aduanas es un claro ejemplo de cómo una institución puede combinar modernización con historia, eficiencia con identidad y desarrollo con respeto por sus raíces. Como una de las primeras instituciones públicas creadas en el país, Aduanas no solo es parte del Estado, sino también una pieza clave del patrimonio institucional y cultural de Chile.

Aduanas nació junto con la República. Desde sus inicios, ha sido testigo del desarrollo económico y social de la nación. Su rol ha evolucionado, pero su presencia se ha mantenido constante: regulando el comercio y recaudando, protegiendo nuestras fronteras y, sobre todo, ocupando un lugar en la historia de Chile.

Por eso, hablar del patrimonio en Aduanas no es solo referirse a edificios, archivos o mobiliario antiguo. También es reconocer una cultura organizacional, una memoria funcional y un relato colectivo construido por muchas generaciones de funcionarios y funcionarias que han dado vida al Servicio. Habitamos el patrimonio de diversas maneras. Lo hacemos desde nuestros edificios históricos, pero también desde nuestras prácticas cotidianas, nuestras tradiciones institucionales y el sentido de pertenencia que nos une.

Esto se vive cotidianamente en la Aduana Regional de Valparaíso, cuyo edificio este año cumple 170 años y que ha sido usado de manera ininterrumpida para la misma función que fue creado. En sus oficinas día a día se comparten espacios con vitrinas centenarias, documentos manuscritos, sellos antiguos y mobiliario que habla de otra época. Este cruce entre lo histórico y lo contemporáneo no es casual: es parte del ADN de Aduanas.

Además, en tiempos donde lo patrimonial tiende a ser visto solo desde lo turístico o cultural, reafirmamos que el patrimonio es también una herramienta para fortalecer lo público. Nos recuerda por qué existimos, qué función cumplimos y a quién servimos. Reconocer y valorar nuestro patrimonio nos conecta con el servicio a la ciudadanía, nos exige actuar con integridad y nos ayuda a proyectarnos con coherencia hacia el futuro.

Por eso, en el Servicio Nacional de Aduanas, el patrimonio no es solo un legado: es una responsabilidad viva, que nos interpela a cuidarlo, difundirlo y actualizarlo permanentemente. No como una carga del pasado, sino como una brújula que orienta nuestro presente.

Alejandra Arriaza Loeb
Directora Nacional de Aduanas