Cómo definimos al hombre de hoy? Una columna a propósito del día del hombre
Vivimos en tiempos complejos: cambio climático, envejecimiento poblacional, debates sobre pensiones, salud, y una transformación constante en cómo nos relacionamos. En este escenario, el hombre de hoy enfrenta retos que no pueden ignorarse: redefinir su rol en una sociedad que avanza hacia la equidad, pero que aún arrastra los mandatos tradicionales de la masculinidad.
Nuestra generación creció con estándares distintos en tecnología, crianza y relaciones humanas. Sin embargo, hemos tenido que adaptarnos a nuevas formas de entender los cuerpos, los territorios y las emociones. Este cambio, aunque necesario, genera resistencias comprensibles, sobre todo en quienes ven en la transformación una amenaza a privilegios históricamente arraigados.
¿Quiénes son los que más temen estos cambios? Generalmente, hombres que han vivido bajo un modelo conservador: blancos, heterosexuales, sin discapacidades, que encuentran en el mundo actual un lugar confuso e incierto. Esta resistencia no solo es social, sino también política, reflejada en el impacto del voto masculino en la victoria de líderes conservadores como Trump, Bolsonaro o Milei. Los resultados de estas elecciones muestran cómo las masculinidades tradicionales buscan perpetuar el statu quo frente a los cambios que promueven la diversidad y la equidad.
El Día del Hombre nos invita a reflexionar sobre estos mandatos. ¿Qué significa ser hombre hoy? ¿Cómo nos limita el modelo tradicional de masculinidad al negar nuestra salud emocional, invisibilizar nuestra necesidad de cuidado y perpetuar desigualdades? Este modelo nos dice que proveer es nuestra única misión, relegando el cuidado de hijos y mayores a las mujeres, y cuando participamos, se nos aplaude por lo mínimo.
Pero, ¿y si repensamos la masculinidad? ¿Y si asumimos que ser hombres también implica ser empáticos, vulnerables y corresponsables? Romper con estos mandatos no es debilidad, es humanidad. Es el paso necesario hacia una sociedad más justa, donde el género no determine quién cuida, quién siente o quién lidera.
En este Día del Hombre, hagamos de la introspección nuestra herramienta de cambio. Preguntémonos cómo nuestras acciones, creencias, votos y silencios perpetúan desigualdades, y qué podemos hacer para construir una masculinidad más sana y respetuosa. No se trata de renunciar a ser hombres, sino de redescubrirnos como seres humanos completos, capaces de cuidar, sentir y transformar.
Porque solo enfrentando nuestros miedos, cuestionando nuestros privilegios y tomando decisiones conscientes —en lo personal y en lo político— podremos abandonar esa idea de que “lo estamos pasando muy bien” —como dirían Los Prisioneros— y pasemos a ser parte activa de un futuro más igualitario, inclusivo y compasivo.
Dr. (C) Álvaro Leyton Hernández, Académico de la carrera de Enfermería de la U.Central Región Coquimbo