El trabajo de los cuidadores es una tarea compartida

Desde el punto de vista de la división sexual del trabajo y los modos en los que se organiza tradicionalmente la vida familiar en Chile, la responsabilidad del cuidado de otras y otros ha recaído históricamente sobre las mujeres, implicándonos una gran dedicación de tiempo y sobrecarga de labores y deberes.

De acuerdo con datos del INE (2021), el porcentaje de mujeres que no buscó trabajo remunerado argumentando como principal causa la responsabilidad de cuidado de otras/os aumentó a un 593% durante el peak de la pandemia. Frente a ello, es imperativo replantearnos una nueva forma de organizar el trabajo, así como reforzar la instalación de un nuevo modelo de división del trabajo, donde las labores de cuidado queden repartidas bajo un criterio equitativo entre los géneros.

Si la responsabilidad del cuidado recae principalmente en las mujeres, pronto se ahondará en un déficit de cuidadores, porque nosotras estamos participando del mercado laboral de forma activa y sostenida en el tiempo. Si los hombres no cuidan a sus hijas e hijos, a sus padres y abuelos; si no enseñan a cuidar, como consecuencia habrá menos personas dispuestas a hacerlo en el futuro.

Si los hombres, las instituciones y la sociedad no se incorporan al cuidado, ¿quiénes cuidarán a una población cada vez más envejecida? En definitiva, si la comunidad –en su amplio espectro– no se incorpora de manera extensa al cuidado, perdemos todas y todos, y en ello, la corresponsabilidad se convierte en un deber ético.

Alina Muñoz Rojas
Académica de Vinculación con el Medio, Ingeniería Comercial,
Universidad San Sebastián