De avivadas y eufemismos

Recuerdo haber visto una película que narraba cómo era que…por así decirlo…había sido poblado el llamado Oeste Norteamericano.
Se organizó una gran carrera.
En la salida se reunieron miles de colonos, familias e individuos, a pie, caballos y carreta.
Previamente agrodimensionado el territorio «a conquistar» se les dió la partida y como una estampida empezó la carrera hacia el Occidente. Y cada cual fue marcando terrenos que así quedaban asignados para cada cual.
Cada vez que recorro el trayecto entre Cartagena y San Antonio y miro hacia el Este veo ese desordenado montón de viviendas que reptan por la ladera del cerro y recuerdo la película mencionada.
En los 80 se produjo en Santiago la que en su momento fue la toma de terrenos más grande de Chile en la comuna de Peñalolen.
La leyenda urbana cuenta que incluso con la anuencia sino que también derechamente la facilitación de su dueño, el empresario y dirigente del fútbol Miguel Nazur.
Era dueño (algunos dicen que con malas artes) de un paño de poco más de 14 hectáreas de la que había sido la Viña Cousiño-Macul adquirido por él en ciento cuarenta millones.
Años después y tras no muy largas tratativas SERVIU le compraba a Nazur el terreno en MIL CUATROCIENTOS CUARENTA millones de pesos de tal modo de «regularizar» (o sea, regalar) a los pobladores aquello de lo que se habían apropiado (o robado, como quiera llamarlo).
De ahí en adelante los dueños de los predios alguna vez tomado no se dieron el trabajo de intentar la recuperación de lo apropiado por la vía judicial. Sólo dejaban pasar el tiempo. Que la toma se asentará, armase, estructurase y adoptara cierta cuota de cosa cierta, de normalidad. Sabían que ocurrido eso ningún gobierno querría enfrentar el costo social de desalojar a persona alguna.
Sabían que en algún momento SERVIU se sentaría con ellos a la mesa y luego de unos cuantos dimes y diretes acordarían un precio.
El término Asentamiento Precario es de nuevo cuño. Invento de algún sociólogo New Age.
Hace unos años ante una imperiosa necesidad familiar una amiga contempló la posibilidad de comprarle a una hija en desgracia una casa en el Asentamiento Precario de San Antonio.
Llegó a una que vendían en 5 millones. Construcción de piso y medio, sitio de 200 metros cuadrados, de espaldas a una quebrada.
La casa le quedaba chica entonces vendía porque iba a comprar otra más grande un poco más allá cuyo dueño se iba a trabajar al extranjero.
Allí adentro vio más de un auto de los nuevos, más de un boliche y «acopio» de cosas «raras».
En todo caso no se concretó el negocio.
Hoy sabemos que la Corte Suprema dejó a firme la sentencia de la de Apelaciones de Valparaiso que había dado orden de desalojo el que debió concretarse si mal no recuerdo en noviembre del año pasado. Solo que alargó el plazo a seis meses.
Eso significa que desde hoy los habitantes de Cartagena y San Antonio nos veremos enfrentados a manifestaciones cada vez más violentas en la medida que se acerque la fecha fatal…salvo SERVIU se avenga a pagar lo que los propietarios cobran por las 246 hectáreas que es una porrada de millones.

Alejandro Iglesias