La letra con sangre no entra

En 1780, aproximadamente, Francisco de Goya presenta al mundo “la letra con sangre entra”. Obra que es una crítica al sistema educativo de su tiempo. A esa misma reflexión quiero invitar desde las casas de estudios y docentes universitarios a propósito de diversos casos a nivel nacional.

Los datos de salud mental en jóvenes chilenos tienen cifras alarmantes. Más del 50% de los jóvenes en chile presentan síntomas depresivos, ansiedad y/o estrés. Y el 20% presenta pensamientos suicidas (Martínez, J. & Cabrera, Y. 2023). Las cifras de consumo problemático de sustancias en jóvenes universitarios es otra alarma que está presente. Según datos del SENDA 2022 en estudiantes universitarios, el 80% de los encuestados tiene baja percepción de riesgo al uso riesgoso de alcohol o drogas.

Desde lo académico, aún hay quienes creen en que “la letra con sangre entra” aduciendo cuestiones de exigencia y rigurosidad universitaria. Sin duda, que ambos temas son relevantes y un valor central de la formación universitaria, pero nada tienen que ver con el maltrato, la humillación, la poca empatía, la violencia docente-estudiante para formar profesionales rigurosos e íntegros.

Las exigencias de la sociedad actual son un gatillante importante para los problemas de salud mental, el impacto en jóvenes estudiantes y profesionales están a la vista. Por otra parte, las brechas de género, considerando las exigencias de la maternidad, el estudio, el trabajo y el hogar, ponen aún más desafíos al bienestar y la salud mental en el proceso de formación.

Los y las docentes universitarios y por supuesto las mismas casas de estudios tenemos una responsabilidad en que la formación profesional vaya de la mano con bienestar y salud mental para enfrentar los desafíos de la sociedad actual y no reproducir condiciones de malestar y trastornos de salud mental. Es seguir alimentando una máquina de la que renegamos constantemente

Actualmente, muchas universidades y docentes, hacemos esfuerzos importantes en compatibilizar la formación universitaria con empatía, buen trato y acompañamiento para que el proceso formativo sea una experiencia de aprendizaje que promueva el compromiso social. Acciones contrarias a esa idea solo refuerzan posturas en contra del valor de ese compromiso.

¿De qué manera estamos abordando la salud mental y el bienestar estudiantil al interior de los centros educativos y las aulas? ¿Estamos generando espacios de atención y rehabilitación o generamos instancias que promuevan el bienestar y prevengan las conductas de riesgo y problemas de salud mental?

No confundamos rigurosidad y exigencia académica con maltrato. Los y las estudiantes son personas, que sueñan con ser un aporte a sociedad, movilizar sus condiciones sociales de base y desarrollarse libre y sanamente como seres humanos. ¿no es ese el fin de la educación?

Juan Pablo Salinas
Académico de Psicología
Universidad Andrés Bello