El juego: herramienta educativa para el aprendizaje infantil
El «juego» es un término que ha sido objeto de estudio por diversos filósofos, teóricos, psicólogos y educadores a lo largo del tiempo. Aunque no existe una definición única, es ampliamente aceptado como la forma natural en la que los niños aprenden y adquieren información sobre su entorno. Este aspecto ha sido respaldado por numerosas investigaciones, las cuales han demostrado que el juego tiene un impacto significativo en el desarrollo infantil.
La literatura ha clasificado el juego en diferentes categorías. Estas incluyen el físico, el con objetos, el simbólico, el de simulación/socio dramática y aquellos basados en el uso de reglas, contribuyendo todos al crecimiento y desarrollo integral de los niños.
En el ámbito educativo, la comprensión de los diferentes tipos de juego y sus beneficios ha llevado a su incorporación en los procesos de enseñanza y aprendizaje a nivel internacional. Además, se ha reconocido como un derecho fundamental de los más pequeños, según lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño.
A pesar de estos reconocimientos, la incorporación del juego en el ámbito educativo enfrenta desafíos en muchas naciones, incluyendo a Chile. Investigaciones recientes han demostrado que está casi ausente en las aulas nacionales, debido a la falta de concepto, capacitación y guías para su implementación. Esta situación es preocupante, especialmente considerando que se posicionó como uno de los ejes fundamentales del currículo de educación parvularia en nuestro país.
Un ejemplo inspirador de cómo abordar esta problemática se encuentra en Escocia, donde se implementaron políticas educativas que promueven el juego como parte integral del currículo desde 2014. Estas últimas enfatizan el aprendizaje participativo a través del juego libre en espacios abiertos, con el apoyo de especialistas.
El juego no solo es una actividad recreativa para los niños, sino también una herramienta educativa poderosa que contribuye al desarrollo integral de estos, y su práctica constante permite garantizar un mejor porvenir para las generaciones venideras.
Karen Núñez Académica Facultad de Educación Universidad de Las Américas