Pastelero…
A tus pasteles. Aforismo. Aforismo de origen hispano que tiene su origen en otro; «El zapatero no debe juzgar más arriba de las sandalias».
En ambos la idea expresada es que esperamos un experto en cualquier arte o artesanía. Que quienes ejercen un oficio, se desempeñan en un trabajo sean individuos con estudios y/o experiencia en su actividad.
Ciertamente que a más compleja sea la labor mayor la exigencia de quien requiere de los servicios de otro.
Y es obvio que a más compleja sea el área en el que alguien se ofrece o es requerido, mayores las exigencias.
En los albores de las culturas eran menores. Los oficios se aprendían de quien ya dominaba un arte.
Tras muchos ensayos y errores se logró el arco y la flecha perfecta. La sandalia, la prenda de vestir, los mejores y más resistentes cántaros y vasijas. Las viviendas más sólidas, las mejores cosechas.
El conocimiento se fue sumando y generación tras generación los hombres enfrentaban mejor preparados el desafío de aportar a su comunidad desde su experiencia.
Es claro que más de alguno cometió alguna chambonada.. Tal vez por falta de expertis o simplemente porque se las dio de sabihondo y apenas si daba para lo que en Chile llámanos «maestro chasquilla».
Con la complejización de nuestro quehacer y gracias a la experiencia acumulada fue posible, generación tras generación, sumar información que las nuevas camadas podían llegar a conocer.
Ya no era necesario, por ejemplo, despellejar y descuartizar cuerpos para saber de anatomía humana. Es sabido desde hace cientos de años cuantos huesos tiene una mano o cuántos músculos un brazo, o cuantas vértebras.
No nos es necesario redescubrir hasta el infinito. Cosechamos lo sembrado por nuestros antecesores.
Así que, cuando sabemos que un individuo será nombrado para ejercer un determinado cargo sin que tengamos que decirlo, esperamos que sea una personas idónea, es decir, alguien «que reúne las condiciones necesarias u óptimas para una función o fin determinados».
Así que esperamos a un médico a cargo de la salud, a un abogado para lo legal (ya sea acusando o defendiendo), un periodista para que nos informe, nos tenga, idealmente en forma desapasionado al tanto de los acontecimientos y así…tantos profesionales como situaciones humanas los hace necesarios.
Así que nos gusta un deportista como Ministro de Deportes, por ejemplo, un médico como Ministro de Salud. Un abogado como Ministro de Justicia. Un profesor como Ministro de Educación. Un científico de Ministro de las Ciencias y así…
Sin embargo no me deja de llamar la atención que el funcionario, dentro del Ministerio del Interior y Seguridad Ciudadana, con rango de Subsecretario que fue elegido para el cargo y lo ejerce hasta hoy sea un MÉDICO. Y quien le sigue en el rango y a cargo de la Subsecretaria de Prevención del Delito es un CIENTISTA POLÍTICO.
Y nadie pega el salto. A nadie he escuchado arengando aquello de PASTELERO A TUS PASTELES.
La pregunta es…¿porque no nos importa?
¿No hay en una sociedad individuos expertos en la materia?
No existe Seguridad como carrera en ninguna universidad (lo que es raro porque sobre todos las privadas se caracterizan por ‘inventar» carreras para atraer clientela (como tampoco hay una carrera de Personal de Trato Directo o Rehabilitador de Menores).
Entonces…¿Quiénes se manejan bien en el tema? Por cierto que los policías. Sin embargo ninguno ha sido convocado ni en el gobierno pasado ni en este para asumir un cargo activo o de asesorías.
Han preferido poner al frente a teóricos que no cachan ni medio.
Recuerdo el caso del abogado Gonzalo Yussef quien fuera nombrado por Piñera Director de la ANI (la oficina nacional de inteligencia y predecesora de la Subsecretaría de la Oficina de Prevención del Delito quien entrevistado al respecto reconoció no saber absolutamente nada del tema…lo que le terminó por costar el puesto.
Cuando leemos los lugares comunes, las muletillas a las que recurren Monsalve y Vergara podemos estar ciertos que hicieron un curso Marmicoc y ahora van por la vida pontificado sobre delitos, delincuentes y mañoseando las cifras para hacernos creer que vamos bien y mañana mejor.
Alejandro Iglesias