EMPATÍA A NIVEL DE AUTORIDADES

El ponerse en el lugar del otro lo conocemos como empatía, específicamente a nivel de los sentimientos y el diario vivir.
Somos una nación que poco a poco nos estamos transformando en avales alcahuetes de algunos líderes políticos e integrantes de diferentes organismos públicos y del Estado, que no hacen bien la pega y que poseen las características de resolver mal, y no usar bien su criterio en su desempeño laboral; o sea: ser ilusos e incapaces para hacer adecuadamente la labor para la cual fueron elegidos; en resumidas cuentas; cero capacidad de situarse en el lugar del ciudadano que cumple con las mayoría de las leyes en el país.
A la vez, muchos ciudadanos se hacen los desentendidos y se encojen de hombros argumentando que el político es así, que solo ve por sus intereses y no por los del ciudadano común y corriente. De cierto modo, no están tan alejados de la realidad; no obstante, tenemos que expresar nuestro malestar cuando se tiene la oportunidad.
Creo, que sería un buen ejercicio de empatía o una especie de terapia de shock, que las autoridades chilenas enfrentaran y vivieran esta realidad personalmente y palpasen en carne propia lo que significa ser un ciudadano que respeta las leyes en este país y se les pasa a llevar constantemente. Al mismo tiempo; es una falta de respeto muy grande hacia el trabajador que muchos leguleyos de escritorio o sociólogos y psicólogos teóricos de oficina aprueban y ratifican el criterio de estos políticos y funcionarios públicos de alto nivel, que argumentan con su prosa envolvente que es el sistema imperante y que la clase política está trabajando para solucionar los problemas que afectan al país.
Me gustaría por ejemplo; que funcionasen por un tiempo como trabajadores marítimos portuarios, como mineros, carabineros, funcionarios de Gendarmería, personal de la salud o dependientes de otras actividades laborales en el país que no menciono por espacio, y que estos experimentasen las condiciones de trabajo y el deterioro de la salud física y mental de estos trabajadores mencionados; palpando en vivo, como se trabaja en ellas. Y ya, con la experiencia vivida puedan opinar y hacer los cambios que solicitan los trabajadores.
Los que hacen las leyes tendrán que entender de una vez por todas que el trabajador chileno merece mejor calidad de vida y un término de su vida laboral más digno. De muestra un botón. La gran mayoría de los trabajadores portuarios del país termina con lesiones músculo esqueléticas y aún no todas estas dolencias están contempladas como enfermedades profesionales.
Sería bueno y hablaría muy bien de él, que algún político de cualquier color palpase en carne propia por un mes lo que es ser trabajador portuario, desempeñándose en los diferentes faenas portuarias de día y de noche, con frío, lluvia y vientos fuertes; turno por medio, como se hace en los puertos chilenos.
En lo personal, pagaría por ver como este equis respetable termina físicamente al final del mes, y más aún; arriesgaría mas mi apuesta de ver sus cartas, asegurando, que comprendería perfectamente el ¿Por qué? muchos trabajadores portuarios no tienen una vejez de calidad, en lo físico y mental.
Mi planteamiento utópico, vale decir; un plan o un sistema ideal de gobierno en el que se concibe una sociedad perfecta y justa, y donde todo transcurre sin conflictos y en armonía es solo ilusión; todo apunta que las demandas honestas de los trabajadores portuarios chilenos serán como han sido siempre, con líderes mejor preparados y nunca más solos.

HUBERZZA