Del Susto al Shuto
En los sesenta si un policía civil o uniformado sorprendía a un delincuente tan sólo caminando por la calle y le daba una orden de «alto» el interpelado se detenía y le esperaba.
Hoy la reacción es surcirlo a balazos.
¿Qué pasó entre tales hechos?
Pasó las asonadas sociales alentadas por los partidos y movimientos de izquierda que le hicieron la vida imposible a Frei padre sus dos últimos años de gobierno.
Inspirados en la máxima; acentuar las contradicciones la gente salió a la calle y se enfrentó a los llamados a mantener el orden público, los Carabineros.
El campo de batalla era los antes mencionados por un lado y la «J», (JJCC, Juventudes Comunistas), la Elmo Catalán, del Partido Socialista, el MIR, la VOP (Brigada Organizada del Pueblo) y la muy conocida Brigada Ramona Parra por el otro.
Y fuimos testigos como de a poco los manifestantes enfrentaban cada vez con menor temor y por ende más violencia a la policía.
La guerra de Viet Nam popularizó algunas armas caseras usadas por los soldados del Viet Kong. El más conocido, sin dudas, el linchaco. También lanzas que era en lo que se convertían las largas cañas que los manifestantes usaban para enarbolar pendones.
Icónica, aquella fotografía donde se ve a un brigadista con un casco blanco de seguridad con las letras MIR en la calota atacando con un linchaco a un carabinero, sin ningun atuendo protector, que se limita a encogerse levantando su brazo izquierdo para contener el golpe que se le viene y que El Mercurio publicara en primera página.
Así como se dice que los mapuches le perdieron el respeto a los conquistadores españoles cuando descubrieron que jinete y caballo eran dos seres distintos la masa se lo perdió a los Carabineros cuando pudieron agredirlos sin mayores consecuencias.
Desde siempre la justicia chilena ha sido renuente a investigar, juzgar y condenar a civiles por ataques a la policía. Y, por el contrario, muy severa con los policías aduciendo el manoseado argumento del «uso abusivo de la fuerza».
Leyes coercitivas dictadas desde que volvió la alegría por políticos coaccionados por la opinión pública, resentida y espantada ante el espectáculo represivo que el régimen previo había ejercido en las manifestaciones callejeras cada vez más frecuentes en la medida que se acercaba el plebiscito del SI y el NO.
Así las leyes Cumplido primero y luego la contumaz insistencia de los distintos organismos de protección de los derechos humanos por frenar la «brutalidad policial» concluyeron en coartar la capacidad operativa de la policía uniformada.
Y, el marrasquino de la torta cuando hace 11 años, durante Bachelet 2, se les prohibió usar las sub ametralladoras de fabricación israelí UZI.
De ahí en adelante su capacidad de fuego se redujo a pistolas y revólveres calibre 38.
No hace mucho se autorizó nuevamente el uso de las UZI (2.000 en todo el país, 150 en la Región Metropolitana) el uso de escopetas anti motines y fusiles de asalto.
Los ultimos Carabineros asesinados lo han sido enfrentando a delincuentes…esos mismos que ayer al grito de: Párate ahí, lo hacían y hoy, conminados a detenerse disparan a matar.
Y es de suponer que no habrá un marcha atrás así que nos quedan dos posibilidades.
De imponerse las normas que la gente de izquierda llama «gatillo fácil» seguiremos siendo testigos de más policías muertos. (No debemos olvidar que ocho parlamentarios comunistas votaron en contra de la ley Naim-Retamal) o, por el contrario, cada vez más delincuentes serán abatidos por estos…y no me cabe la menor duda que la misma opinión pública (salvo los comunistas que erigieron a la categoría de ícono popular al Perro Matapacos) verá con buenos ojos la misma represión que antes criticaron.
Alejandro Iglesias