El estrés y la ansiedad, no son depresión
En estos tiempos de cuarentenas impuestas tardíamente y muy mal manejadas por todos en general, me he comunicado por las redes sociales con bastantes conocidos; con los cuales durante los años de juventud nos unían un sin número de actividades y vicisitudes de esa época, las que con el paso del tiempo dejaron de ser transcendentales en nuestras vidas.
Hoy en día hemos retomado con algunos cierto grado de comunicación. Conversaciones, en las cuales he notado añoranzas del pasado, incertidumbre por el futuro y un notorio y explicable desánimo por la realidad que se vive hoy. Es por lo anterior, que me permito compartir una breve explicación comentada por un profesional de la salud mental al respecto, en la cual hace referencia a lo que muchas veces malamente llamamos “DEPRESIÓN”.
“La depresión generalmente es confundida con el “estrés y la “ansiedad”, lo que generalmente tiende a confundirse, estas son diferentes, no obstante, tienen un punto en común, son EXCESOS; pero son excesos de cosas distintas. La depresión es un exceso del pasado, cuando se tiene mucho pasado no resuelto y este te angustia y no te deja vivir en paz; siendo uno de los resultados, la depresión en sí.El estrés, es un exceso del presente, cuando se tiene un presente que nos agobia y aflige demasiado, se logra un resultado al que llamamos, “estar estresado” y la ansiedad propiamente tal, es un exceso de futuro, cuando se espera un futuro que llegue rápido y este es incierto y se le teme, caemos en un estado de ansiedad, que en estricto rigor, es el deseo y el temor irrefrenable de que el mañana sea el hoy”.
Este comentario de este profesional de la salud, nos deja claramente establecidas las diferencias entre estos tres términos; de hecho, todos en algún grado tenemos este trio de excesos en nuestros comportamientos en distintos niveles. La idea es saber llevarlos, para que no se transformen en conductas que alteren en un mayor grado nuestras emociones y por añadidura la de nuestro entorno más cercano en estos tiempos de confinamiento.
Empujar en demasía y querer apurar los acontecimientos y los procesos que se avecinan; los que están ahí, a la vuelta de la esquina, no es conveniente; es recomendable que el paso del tiempo haga su trabajo y no acelerar ese desenlace natural que llegara tarde o temprano; acrecentando con esa impaciencia una dañina y perjudicial “ansiedad”. A la vez, no es aconsejable añorar demasiado un pasado y no darlo por superado, ya que; ser humano que recuerda y vive mucho de su pasado, no tiene un futuro claro, ni esperanzador.
Recordemos que los cambios eficaces y para bien en nuestras vidas se producen con la renovación de la forma de pensar, es por eso que tenemos que renovar o rehacer de manera positiva nuestro presente, específicamente al razonar; que lo que pensamos se manifiesta en nuestras palabras y acciones. De hecho, en nuestra actitud ante la vida.Es el cambio de disposición y la corrección de los malos hábitos los que pueden remediar las consecuencias negativas en tu diario vivir. Es la mutación de tu proceder y aptitud mental, las que determinaran la sanación y la armonía en lo que nos queda por vivir. Recuerda lo lindo de tu pasado y aprendamos a vivir alegremente con lo que nos tocó vivir. Dedico esta humilde crónica y con mucho respeto a Edmundo Cordero Corvalan, Q.E.P.D. Un gran gozador de la vida, que en algún momento me enseñó que hay que ser feliz pase lo que pase.
HUBERZZA