Transporte eléctrico

El advenimiento del transporte eléctrico, dada la desaparición inminente del petróleo a nivel mundial, y el impacto ambiental que generan los vehículos con motores de explosión interna, tiene particular importancia para nosotros los chilenos.

Se espera un notable incremento en las necesidades de uso de cobre en la fabricación de estos nuevos vehículos, dada sus extraordinarias propiedades y su uso extensivo en la conducción eléctrica. Por otro lado, el uso probado del litio para la construcción de baterías de pequeñas dimensiones y de larga duración, demandará a nivel mundial una gran producción de este metal. Chile, junto a Argentina y Bolivia, cuenta con las reservas más importantes a nivel global, por lo que se espera un alto impacto en la actividad productiva de este metal a nivel regional.

Así, el cobre y el litio serán los metales que cubrirán nuestra economía futura. Producir cobre para fabricar motores eléctricos y litio para construir baterías ha sido y será un desafío, pero, ¿estaremos designados por la naturaleza para ser productores primarios y tener que vender nuestros productos brutos para que otros países apliquen las tecnologías necesarias para producir los artículos finales que irán al uso social? ¿estaremos produciendo cobre para fabricar motores, sin fabricarlos, y litio para construir baterías, sin construirlas?

¿Es esta una suerte de autolimitación que tenemos los chilenos y que nos insta a quedarnos en el campo de la producción primaria, cuando sabemos que el incremento de valor agregado más importante está en el producto que llega finalmente al usuario? ¿qué nos falta para dar el salto a ese otro sector económico que produce mayor rentabilidad en la sociedad y que nos permitiría disponer de mayores recursos para otorgar también mayores beneficios sociales a la comunidad en que vivimos?

Somos los mayores productores de cobre primario en el mundo y probablemente pasemos a ser de los más importantes productores de litio en el futuro cercano, pero seguiremos basando nuestra economía en la producción primaria y en la explotación de nuestros recursos naturales. Nadie duda que con los recursos mineros que poseemos no debemos abandonar esta actividad y debemos seguir produciendo los metales y productos mineros que el mundo necesita. Sin embargo, no es aceptable que nos quedemos solamente en las etapas de extracción minera y metalúrgica. El mundo desarrollado, productor de los bienes finales que recibimos con un valor unitario mucho más alto al que nosotros vendemos, va mucho más lejos, y nosotros siendo de los más importantes productores de metales que ese mundo desarrollado necesita para fabricar los productos sofisticados que posteriormente nos llegan, permanecemos aun en esta etapa primaria del desarrollo. El fenómeno de lo ocurrido con nuestra producción de salitre hace ya muchos años en que no fuimos capaces de dar ese vigoroso salto al desarrollo, vuelve a estar presente y con claras opciones de repetirse. Debemos reevaluar nuestras opciones de introducir fuertemente las áreas de ingeniería en la formación de nuestros cuadros profesionales, particularmente aquellas asociadas a la construcción y fabricación de productos finales sofisticados que vayan en beneficio de la sociedad global que espera por ellos. De otra manera seguiremos rondando la existencia básica y primaria.

Mario Sánchez Medina
Académico Investigador Facultad de Ingeniería
Universidad Andrés Bello