¿Estaremos aprendiendo a trabajar para vivir, y no, a vivir para trabajar?

El primero de mayo  pasado el Presidente de la República Gabriel Boric y los otros oradores comentaron entre otras cosas; los acuerdos  que se están logrando en temas de pensiones y salarios en el último año y en especial a la disminución de una hora de trabajo  semanal y que paulatinamente se llegara  a 40 horas semanales al año 2028, siendo producto de la dualidad acordada entre trabajadores, empresarios y gobierno.
  Agregando algunas cifras estadísticas a esta crónica, los países que tienen menos jornada laboral a la semana son: Australia con 29 horas de trabajo semanal, Micronesia con 30 horas,  Países Bajos con 30.9 horas, Somalia con 31 horas, Kazajistán 31.5; Yibut 32; Noruega 33.3 horas, Austria 33.6, Dinamarca  34.2, Alemania 34.5, Ghana 34.7; Bélgica 34.8 y Suiza haciendo honor a su exactitud de reloj suizo con 35.00 horas de trabajo exacto a la semana y  sin bajar la productividad y la eficiencia laboral según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico mundial (OCDE).
Siempre he dicho que las comparaciones  son necesarias aunque sean polémicas, por ejemplo; en todos estos países en promedio  se trabaja alrededor de  un 40% menos a la semana que en Chile, priorizando el descanso y una buena calidad de vida por sobre excesivas horas de trabajo. Estas  condiciones laborales que se dan en la actualidad en los países mencionados, son dignas de elogiar e imitar.
En el mismo tenor de los ejemplos comparativos,  pongamos Alemania en el tapete. Esta fue una nación que antes, durante y posterior a la segunda guerra mundial se caracterizaba  por agobiantes horas de trabajo y que en ese conflicto bélico sus ciudadanos eran víctimas de un sistema laboral impuesto por la causa Nazi en largas y agotadoras horas  en sus  faenas de trabajo, sin respetar sus  derechos  labórales.  Post guerra, Alemania fue destruida, devastada y repartida,  dividiéndola a la fuerza por la alianza ganadora. Hoy en día,  ya siendo una sola nación, se prioriza  la calidad de vida y  los derechos laborales de todos sus ciudadanos, con una doctrina de trabajo justa y sólida,con una sinapsis perfecta de empleados, trabajadores y Estado.
Este triunvirato  entre patrones y asalariados se canalizan diligentemente a través de las instituciones públicas de la Nación y se respetan;  con  leyes de protección para la clase obrera, con una seguridad social y convenios colectivos acordes  a los años en que vivimos, agregando a esta fructífera unión;  una excelente productividad laboral.
En Chile ya hace algunos años recogimos el guante y este año empezamos de manera paulatina con la rebaja de las horas laborales;debemos de tomar en cuenta el ejemplo de esa sociedad entre empresarios, trabajadores y el Estado Alemán; donde hoy en día se trabaja para vivir y no se vive para trabajar; donde se trabaja con buena productividad y con real calidad de vida para los trabajadores en general por las horas de un descanso efectivo. Aprendamos  a trabajar como corresponde.
HUBERZZA