Prospectivas del siglo XXI y los desafíos del futuro

Transcurridas más de dos décadas del Siglo XXI, de gran dinamismo y complejidad, hay suficiente evidencia y elementos de análisis para reconocer las tendencias, los riesgos, las oportunidades, así como las amenazas estratégicas y existenciales para la humanidad. Entender estos procesos y construir escenarios de futuro, que orienten las políticas públicas del presente, es una tarea esencial para la gobernanza anticipatoria, a nivel local, regional y global. Así reduciremos la incertidumbre y avanzaremos hacia un desarrollo social, económica y ambientalmente sostenible. Es lo que nos hemos propuesto impulsar en Chile desde el Senado con la Comisión de Desafíos del Futuro, conectando con la renovada tendencia mundial por introducir la Prospectiva Estratégica como eje de las decisiones del presente.

Hace unos días hemos presentado en el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile el libro “Prospectiva del Siglo XXI” elaborado por un grupo de académicos y expertos en prospectiva, de Chile, España y Argentina reunidos por la Universidad de Alcalá, prologado por el premio Nobel de la Paz y ex presidente de Costa Rica, Óscar Arias. Junto con presentarnos las mega-tendencias y sus consecuencias, los desafíos globales, las amenazas estratégicas que van desde el agua hasta las hipótesis de conflicto por el uso del espacio extraterrestre, que deben ser abordadas antes de que sea tarde, del estudio también se desprende que la pandemia, la guerra de Rusia y Ucrania, el cambio climático, el desafío demográfico, las migraciones, la transformación tecnológica, podrían haberse previsto y anticipado soluciones si hubiéramos contado con esa visión de largo plazo y analizar escenarios futuros en la toma de decisiones.

Tal como señala Jerome Glenn, director del centro de estudios globales The Millennium Project, “el futuro puede ser mejor que lo que los pesimistas creen, pero puede ser peor que lo que los optimistas piensan”. Gestionar debidamente esta macro-transición es una responsabilidad colectiva ineludible, como señala el Secretario General de las Naciones Unidas al plantear un reforzamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, y su propuesta “Nuestra agenda Común”, llamando a una “Cumbre del Futuro” en el 2024 para adoptar un compromiso firme de los estados miembros con la preservación de la vida y las nuevas generaciones. Desde Chile debemos acompañar estas propuestas, que inciden en nuestro propio desarrollo. La visión prospectiva en la gobernanza es una práctica en las instituciones de la Unión Europea y sus estados miembros, así como en la OCDE, la OIT y otros organismos multilaterales. También en Estados Unidos, Canadá, China, y otros países del Asia Pacífico. Toma forma, con diferentes diseños y profundidad, en países de África y de nuestro entorno, como Colombia, Costa Rica, Argentina, Uruguay, Perú, México.

Falta que, en América Latina como conjunto, introduzcamos esta visión de futuro en las instituciones comunes, como la Alianza del Pacífico, el Mercosur, la ALADI, la CELAC y el Sistema de Integración Centroamericano. Una mirada prospectiva común en Latinoamérica puede ser la forma en que superemos las dificultades que encuentra la tan necesaria integración.

No cabe duda que nuestro país necesita salir del “presentismo” y de la inmediatez para construir una visión común-compartida de futuro, que sea consensuada, transversal, amplia, diversa y horizontal, donde las regiones tengan un rol fundamental de la mano de las universidades públicas y privadas, de las empresas y las comunidades -más allá de cualquier frontera ideológica- lo que nos permitirá aprovechar las inmensas oportunidades que esperan ser reconocidas y puestas al servicio del bien social.

Una prospectiva del Siglo XXI nos provee la evidencia de que Chile y el mundo estamos enfrentados a los mismos desafíos, y necesitamos construir entre todos un futuro que nos garantice paz, desarrollo y cooperación. Si el pasado y el presente nos dividen, que el futuro nos una.

Francisco Chahuán / Héctor Casanueva